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LA GUARIDA DEL COMER EXÓTICO
En un restaurante de la zona centro de La Candelaria en Bogotá, se encuentra un rincón alimenticio de sello rolo, fusionado con la plasticidad y elegancia nipona.
Una idea que nace de la insistencia de una de sus fun-dadoras de establecer un negocio de alimentos, se transformó hoy día en una de las mayores innovaciones existentes en la zona histórica de La Candelaria.
Este restaurante temático, conocido como La Totuma Corrida, brinda a sus clientes una experiencia renovadora; una mezcla de lo típicamente rolo, aroma a chicha con plátano y el rincones cubiertos del antaño bogotano, combinado con el sabor del sushi, la cocina japonesa y la sobriedad de un entorno enfocado a la diversidad alimenticia.
UNA TOTUMA PECULIAR SE ARMA
En principio emergiendo como un bar más de esta zona, sobre el corredor central que lleva al Chorro de Quevedo, se fue acoplando a la iniciativa local de recuperar el sec-tor ubicando lugares más amenos y afines con la cultura y el sano esparcimiento, idea que inmediatamente su dueño, Wilmar García acogió con entusiasmo.
Sabores siderales se mezclan entre lo criollo y lo japonés.
“Al principio no fue fácil, manejar la coyuntura en el sector por la tradición de muchos".
Una característica que se resalta continua-mente de este sitio es la conjugación con las emociones, un elemento que Wilmer García ha plasmado desde la comida hasta la decora-ción del lugar, con espacios enriquecidos en mobiliarios modestos, juveniles y descompli-cados, hasta un cuarto esquematizado en la tradición japonesa, con su tatami, relleno de cojines y amplia luminosidad de estos negocios no era una labor sencillo. Teniendo en cuenta que el sector es may-oritariamente estudiantil buscamos primero imprimir nombres llamativos a nuestros platos. Totuceviche, Totumashi, que con una presentación distinta que son las totumas con la guadua, los palos chinos, eso fue un éxito total”, resaltó el dueño del restaurante.
“Para nosotros es importante la parte visual, eso va desde elementos como los delantales de nuestros trabajadores, hechos en cuero y pintados por una artista. Siempre buscamos marcar la diferencia con esas cosas”, afirma Wilmer mientras nos muestra cada lugar de este rincón alimenticio.
La idea de poner los elementos de la tradición en complemento con una cultura como la japonesa, viene del acople de un negocio que por años ha venido manejando su dueño, quien aprovechando la tradición del sec-tor, insertó la disciplina, el respeto por los espacios y la comida que encuentran una imaginario casi imposible de maquinar en la realidad, pero que con magia, en este restaurante dan vida y se deleita en los paladares de quienes tienen la oportuni-dad de comer alguno de sus platos. Helado de chicha, sushi con plátano, entre otras rarezas que parecerían inconcebibles, aquí se tornan en realidad y afloran en rico gusto de sus comensales.
“Extranjeros, alumnos, muchas personas que convergen en este sector se deleitan de este sitio el cual está siempre en transformación. El ambiente, los productos, la decoración hacen de este lugar un escenario distinto y que justamente han marcado el punto positivo y de prestigio que hemos tomado”, reseña su administradora, Paola Hernández, quien lleva en este cargo en el restaurante dos años.
A la final, la recepción del cliente resulta ser la prueba definitiva, un espacio que al acercarse el medio día se va llenando, al mismo tiempo que nos damos la oportunidad de degustar todo aquello que nos han descrito.
El cierre mejor no pudo estar, barriga lleno y corazón contento como dice el dicho, el viaje por este espacio discontinuo, de fusiones y tradiciones arriba con felicidad. Ahora siendo el momento de partir, está en ustedes explorar y sean quienes brinden el veredicto, aquel que con chicha y sushi puede darse lugar a experimentar y degustar.
Cra 2da No 13A - 58
La Candelaria
Bogotá, Colombia