FUNES:
UNA HISTORIA CONTADA POR TANGOS

"Son muchas las historias que la letra y melodía de un tango pueden contarnos e incluso anticiparnos: de amor, de dolor, de burdel, de pasión y de muerte e historias que como la de Azucena Funes, llegan a un final inesperadamente trágico."
La historia de la película “Funes, un gran amor” del director Raul de la Torre, basada en la novela “Un tal Funes” de Humberto Constantini, es una hermosa tragedia de amor que si bien fue contada a través las maravillosas interpretaciones de Graciela Borges, Gian María Volonté y Pepe Soriano entre otros, también lo fue a través de su música: el tango. Seleccionados por Charly García, estos juegan el papel de intertextos los cuales desde el principio, van anticipándonos lo que sucederá en la historia, construyéndola como si de una especie de profecía se tratase. Dentro de la película escuchamos “La Cumparsita” del uruguayo Matos Rodríguez, “Yuyo Verde” y “Naranjo en Flor” de Homero Expósito y “Como dos extraños” de Pedro Laurenz y José María Contursi.
Son estos cuatro tangos los cuales definen la trama de la historia y nos la cuentan al tiempo que la vemos transcurrir. Si bien la versión de “la Cumparsita” tocada por Funes (Graciela Borges) en el bar la primera vez que llega es una versión sin letra, tal como la original, esta nos sirve para establecer el contexto en el cual ocurre todo. Es un ambiente de bar, de muerte, de fiesta, pero también de miseria, como diría después una de las tantas letras que fue compuesta para este tango.
La cumparsa
de miserias sin fin desfila
en torno de aquel ser enfermo
que pronto ha de morir de pena,
por eso es que en su lecho
solloza acongojado
recordando el pasado
que lo hace padecer.[1]
Es un tango lleno de misterio, un tango que enmarca la historia de esta mujer y de los personajes en torno a esta. Es la melodía del bar, de las prostitutas que trabajan en el, e incluso de Herminio, interpretado por Pepe Soriano y de Bergama (Gian María Volonte), el italiano que parece ausente de todo contexto. Así mismo las varias letras de este tango parecerían augurar lo que pasará en la historia: es el acecho recurrente de un pasado, del pasado de todos los personajes que alguna vez habitaron ese bar. Es una sentencia de muerte y de pena. Así mismo otra de las letras de “la Cumparsita” refleja que será ese pasado, el que asfixie y condene a Funes.
Si supieras
que aún dentro de mi alma
conservo aquel cariño que tuve para ti.
Quién sabe si supieras
que nunca te he olvidado
volviendo a tu pasado
te acordarás de mí.[2]
La historia es un recuento y al mismo tiempo es la historia de los fantasmas que nunca se han ido así corpóreamente ya no estén. Es un tango que refleja que cualquier cosa puede pasar, tal como se nos demostró al darnos a conocer quién era el amante de Funes, o quién la mató.
Después de poner en contexto la trama, a través de “La Cumparsita”, tenemos el desarrollo de la historia por medio de tres tangos: “Yuyo Verde”, “Como dos Extraños” y “Naranjo en Flor”. El primero, “Yuyo verde”, nos habla a través de su letra lo ocurrido con Funes y su sobrino. Es la historia de un amor, de una ilusión y de una perdida. A través de su letra nos revela el terrible pecado de Funes y el fatídico desenlace de su sobrino cuando en aquel portón, antes de que ella partiera, él la defendiera de unos bandidos los cuales finalmente acabaron con su vida dando continuación a lo que, “Naranjo en Flor”, definiría como la pérdida de un pedazo de la vida de Azucena Funes en una calle.
La letra de “Yuyo Verde”, poema compuesto por Homero Expósito, nos habla de un amor en vano y de dos personas que aún perdidas van de la mano. Nos habla de un encuentro pero al mismo tiempo de una gran pérdida marcada por el viento de la muerte y de la ida a un lugar del cual ya no hay retorno, ni siquiera con el perdón. Funes comete un pecado al involucrarse romántica y sexualmente con su sobrino, un pecado que finalmente los condenará a la eterna desdicha y que le negará el perdón de su familia representada en la hermana de Azucena. No hay vuelta atrás a lo que Funes ha hecho y por lo mismo huye de un pasado que la encuentra, huye de su pecado teniendo que decirle adiós a ese amor que llenó de juventud su vida. También se ve la figura del portón, ese mítico lugar atado a la memoria del personaje junto al farol, lo que resulta aún más curioso pues el lugar en donde el amor le es arrancado por la muerte, es precisamente cerca a un portón. También recordemos que casi al final de la película, en aquel bar, Bergama encuentra a Funes llorando y recordando presa del ayer.
Callejón, callejón,
Lejano, lejano.
Íbamos perdidos de la mano
bajo un cielo de verano
soñando en vano.
Un farol, un portón
-igual que en un tango-
y los dos perdidos de la mano
bajo el cielo de verano
que partió.
Déjame que llore crudamente
con el llanto viejo adiós.
Donde el callejón se pierde
brotó ese yuyo verde
del perdón.
Déjame que llore y te recuerde
-trenzas que me anudan al portón-
De tu país ya no se vuelve
ni con el yuyo verde
del perdón.[3]
Esta profecía lanzada por “Yuyo Verde” se ve confirmada en “Naranjo en Flor” del mismo Homero Expósito tal como veremos más adelante. Cabe mencionar también, que puede haber relación con la historia de Beatriz y Amanda, interpretadas por Andrea del Boca y la Nacha Guevara respectivamente, ya que han caído en un mundo del cual ya no hay regreso: el mundo del bar, de la vida de burdel, y de una relación casi que lésbica entre las dos mujeres la cual podría ser que para la época estuviera no tan bien vista.
Sigue en la lista de tangos “Como dos extraños”, cantado en la película por Moria Casán. Aunque en el filme se hace clara referencia a la trama de Beatriz quien mira a esta mujer, cercana alguna vez ahora como una extraña, podemos también encontrar relaciones entre la letra de este tango y la historia de Funes, su sobrino y el mismo Bergama. En el caso de la pareja de amantes el muchacho buscó a Tena, como él llamaba a Azucena, sin descanso. Él la busco porque la amaba, porque no soportaba el estar lejos de ella ya que ella era su salvación al dejarle ser quien era realmente: un poeta, un escritor, no un militar. Ellos vivieron un amor intenso, prohibido, el cual creyeron era posible sostener pero la cruda realidad, tal como dice el tango, se burlaría de ellos dos. El muchacho creía que ella y ese amor serian su salvación, pero al final no fue más que su condena: la muerte misma.
Me acobardó la soledad
y el miedo enorme de morir lejos de ti...
¡Qué ganas tuve de llorar
sintiendo junto a mí
la burla de la realidad!
Y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer...
Me lo pedía el corazón
y entonces te busqué
creyéndote mi salvación...[4]
Pero, tomándolo como una profecía de lo que vendría después, en estas líneas podemos ver no sólo a aquel muchacho sino también a Bergama. Él se había sentido atraído a Azucena, había sido hechizado por ella, la quería y quizás la llegó a considerar su salvación. Al verse ya sin ella, él la buscó y la encontró llorando y prácticamente muerta en vida en un bar. El seguía siendo un extraño, siempre lo fue en toda la película. Siempre fue el extranjero, el italiano al que algunos querían matar. Bergama marcaba su presencia en la historia a través de su ausencia. Cuando se encuentra con Funes son completamente extraños. Ya ella no es la misma mujer a la que él conoció pues a diferencia de antes, que solo huía de su pasado, ahora lo ha perdido todo pues le ha sido arrancado por la muerte. Bergama la quiere de vuelta, la quiere para sí aún a sabiendas de que lo más probable es que no pueda lograrlo, y sin embargo la lleva de vuelta al bar.
Puede hacerse otra relación con la letra de este tango con respecto a las dos hermanas, las cuales ya no son sino extrañas, por no decir que enemigas. La hermana de Funes representa los fantasmas de aquel pasado que vuelve para recordarle que lo que hace es un pecado. Funes lo entiende y pasa del éxtasis de la fantasía a la tristeza de la realidad, queriendo dejar a su sobrino para escapar una vez más y es así como la letra de “Como dos extraños” parecería anunciarlo.
Palideció la luz del sol
al escucharte fríamente conversar...
Fue tan distinto nuestro amor
y duele comprobar
que todo, todo terminó.
¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver
burlándose de mí,
las horas de ese muerto ayer...[5]
Finalmente el destino de Azucena queda sellado y confirmado en la letra del tango “Naranjo en Flor” de Homero Expósito. En esta canción la letra nos habla de la pérdida de “un pedazo de vida” luego de haber sufrido, amado y partido, lo cual nos puede dar la sensación de que Funes no se quedará, sino que volverá a irse de una u otra forma.
Y en esa calle de estío,
calle pérdida,
dejó un pedazo de vida
y se marchó...
Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento...
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.
Después...¿qué importa el después?
Toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado,
eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado
como un pájaro sin luz.[6]
En una calle cerca de un portón ella pierde a su amor, y con este no sólo una parte de su vida, sino la vida entera. Azucena parece muerta aún cuando viva, puesto que la vida le arrebató al que más quería. Ella era ahora “un pájaro sin luz”, ya no pensaba, ya no comía y podía decirse que respirar le costaba. Ya no tenía nada pues perdió a su familia por culpa de su pecado, y por amor todo lo demás. Funes vive recluida en un pasado de tristeza y dolor en el cual una vez tuvo amor, felicidad y juventud.
En cuando a Bergama, su promesa de amor era Funes, una promesa falsa que ya Herminio había percibido. Herminio sabía que ésta sería la perdición de su amigo y jefe, por lo mismo decide salvarle matando a Funes, quien desde el principio ya estaba condenada. Así mismo podría plantearse que la salvación llega de manos de Herminio a Funes, pues la muerte sería la única liberación para su ya atormentada alma.
¿Qué le habrán hecho mis manos?
¿Qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor?
Dolor de vieja arboleda,
canción de esquina
con un pedazo de vida,
naranjo en flor.[7]
Finalmente la historia de Funes queda reducida a eso, a una canción de esquina en el recuerdo de quienes habitaron ese bar y en la memoria de Herminio, quien nos relata desde sus recuerdos lo que pasó. Seguramente quedará en las memorias de Bergama del cual solo se sabe que, como en “Yuyo Verde” dice, se fue, se esfumo sin saberse nada más de él, salvo que el también dejó un pedazo de vida, no en una calle de estío, sino en el que alguna vez fue su bar.Es así como los tangos son utilizados por Charlie García en este filme de Raúl de la Torre para contarnos en paralelo la historia a manera de sutil profecía. Esta obra es un recuento a través del tango, de cómo Bergama conoce el amor y sin lograr tenerlo lo pierde, partiendo él también como un “pájaro sin luz.”
[1] Letra de G.H. Matos Rodríguez
[2] Letra de Pascual Contursi y Enrique P. Maroni.
[3] Fragmento de “Yuyo verde” de Homero Expósito.
[4] Fragmento de “Como dos extraños” de Pedro Laurenz y José María Contursi
[5] Ibídem.
[6] Fragmento de “Naranjo en Flor” de Homero Expósito.
[7] Ibídem.